Page 31 - Catalogo Virtual Anibal Cedron en el Sivori
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Un ruido de voces y herramientas lo obliga apartar la mirada hacia un terreno que
se destina a los muertos no identificados úlos N N E, a unos cincuenta metros del
ciprés. L os sepultureros están arrancando ramas de un sauce, que se inclina
sobre una bomba manual de agua. C on esas ramas demarcan los sitios donde
cavarán las nuevas fosas... significa que dentro de unas horas llega el camión con
los cadáveres... S i lo divisa a la salida del P ozo, y lo sigue hasta el cementerio,
quizá logre recordar qué ocurrió durante la huída... C laro, siempre que antes no
lo rescaten los compañeros, porque entonces no tendrá necesidad de explica-
ciones sobre cómo hizo para escapar... E xplicaciones, murmura: N o debo dar
ninguna, los que deben darlas son los hijos de puta.
L o envuelve un sueño blanco. C abecea y se reclina a punto de caer. Abre los ojos,
manotea una rama y se endereza. N o sabe cuánto tiempo perdió la conciencia.
Q ué hora es, dónde está... k ira hacia los sepultureros. Ya terminaron de cavar las
tumbas, y se tiraron a sestear bajo la sombra del sauce. S e frota la cara y fija la
vista. E l camión va a arribar de un momento a otro: debe vigilar la salida del
P ozo.. T ranscurre el tiempo. Unas horas, un minuto o dos parecen años, una
vida... E l tiempo es algo lleno de látigo y baba. G olpea y se adhiere al hombre...
E n los alrededores del P ozo, . uenos Aires también se ve acosada por el tiempo.
L a vorágine de autos y micros en direcciones opuestas, los reflejos de sol sobre
espejos y carrocerías, dilatan el vértigo hasta la náusea... S e siente extraño
mirando . uenos Aires a la distancia, como un ausente, y esa carrera contra el
tiempo, hacia dónde... E s lo normal, se dice: P ero igual me da bronca, la indife-
rencia frente a lo que esta sucediendo.
; e pronto, avizora el camión en un acceso al costado del P ozo. E stá saliendo
marcha atrás y maniobra para tomar la calle en contramano. L o logra y se lanza
velozmente por ella: algunos autos se apartan sobre la vereda. ; urante un tre-
cho, unos edificios en torre impiden verlo. P ero consigue localizarlo donde se
inicia una zona residencial. C asi al final de esa calle, encara la misma en que se
halla la obra parada. 5 ace unas cuadras y dobla por una diagonal a la avenida,
que conduce directo a la entrada principal del cementerio... P robablemente a esa
altura comenzó a seguirlo el F alcón... E l camión pasa la avenida y vuelve a girar
en una cortada, que bordea el descampado y confluye con otra – formando una
ochava– a la lateral del cementerio... N o había prestado atención en aquel vér-
tice de calles, donde seguramente aguardaron los tipos del F alcón, para
emboscarlo a la salida de los pastizales... k e quedan cigarrillos, se acuerda, y
extrae al tacto el paquete y el encendedor de la campera. E l camión marcha hacia
el cruce... C uando enciende el cigarrillo siente como una llama aproximada al
dolor, al propio corazón. Acaba de descubrir el lugar en que intentó encaramarse
al muro del cementerio. E l camión avanza por la cuadra en que lo alcanzaron...
S í, es allí... R etiene el humo del cigarrillo y ve la misma escena. L os hombres que
a culatazos lo ponen de pie contra la pared, y toman distancia para apuntar... 5 ijos
Fusilado. 2003.
Acrílico sobre tela, 140 x 160 cms. de puta, asesinos. G rita y tiembla, y los mira de frente entre las volutas de ciga-
rrillo, cuando empiezan a dispararle... N o, no puede ser. N o puede ser, duda y se
Huellas de sangre. 1998. aferra a las ramas del ciprés. E stoy vivo. k i familia y mis compañeros no dejan de
Tela, mural en la Facultad de Ingeniería de la UNBA.
Homenaje a los desaparecidos. buscarme.